Por: Irene Rossi

TEXTOS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Expresión poética entre el carboncillo y el humo.

Miguel Hernández es ante todo un gran dibujante, disciplina que defiende y ensalza en su más reciente serie Cambio y Permanencia.

Estilos & Casas recorrió la muestra en compañía del artista, tiempo durante el cual ahondamos en su pensamiento y en la singular técnica que aplica.

De formación académica, gracias a los estudios hechos en el Pratt Institute de Nueva York, Hernández y su mejor amigo el carboncillo, empiezan juntos a volar nutriéndose del gran mundo del dibujo. Sus trazos y sus logrados cuerpos son inconfundibles, detrás de ellos se percibe un profundo y riguroso estudio de la anatomía humana, al igual que una atenta observación de cada instante del movimiento y el desplazamiento propios de un cuerpo. Es así como, al aplicar estos principios con rigurosidad en sus obras, estas empiezan a gozar de un gran reconocimiento nacional e internacional, propiciando su participación en exposiciones individuales y colectivas, que le han deparado varios premios importantes.

Estilos & Casas tuvo el placer de asistir junto con este gran dibujante a su exposición en el Museo Calderón Guardia, que se inauguró el pasado 27 de octubre, con la presencia de más de 400 personas. Allí admiramos su más reciente serie titulada Cambio y Permanencia, muestra que estuvo disponible para el público hasta el 19 de noviembre.

Durante el recorrido, Hernández nos comentó que para él el dibujo es indispensable, es "la esencia del arte: la única forma para alcanzar cualquier expresión artística".

De hecho, este concepto es plasmado de forma elocuente en sus obras, que además conservan el dominio de otra importante idea, que se identifica bajo el nombre de 'creación automática'.

Ya en la Grecia clásica, Philostrato, en su diálogo, entre Apolonio y Damis, hablaba de "imágenes en las nubes" y concluía que era con la ayuda de la mente del espectador que se forman tales imágenes, mientras que el pintor debía utilizar además sus manos para imitar a la naturaleza. De aquí pasamos a analizar algunos cuadros del pintor renacentista Andrea Mantenga, que procedía a pintar nubes en las que podemos reconocer caras humanas. Esta misma idea la vemos en el Tratado De Pictura de Leonardo da Vinci, el cual nos sugiere el poder de las "formas confusas" para elevar el espíritu hasta nuevas invenciones.

Pues este es justamente el concepto que Miguel Hernández utiliza para gestar Cambio y Permanencia.

La técnica utilizada en ella es llamada fumage (ahumado, técnica surrealista inventada por Wolfang Paalem y más adelante aplicada también por Salvador Dali), el empleo del humo, es decir, el papel o los lienzos de Hernández lo primero que reciben es el humo, gracias al uso de un soplete o una candela.

Miguel recurre a esta misma "huella volátil", la cual cambiará, según relata, dependiendo del tipo de música que esté escuchando; varía también si es de día o de noche, tal y como en el famoso experimento sobre las moléculas congeladas de agua del Dr. Masaru Emoto.

Ahora, el humo toma formas conforme a las vibraciones en el aire ya las intenciones que el artista le da. En este punto, con el lienzo acariciado por un blanco infinito y un negro vibrante y aterciopelado, Hernández permite que la creación automática intervenga para permitirle la activación de la imaginación. Procede de inmediato y sirviéndose del carboncillo, a trazar los cuerpos humanos que se mueven y se desplazan con movimientos lentos y fluidos entre las llamas con un libre erotismo, como si fuesen bailarines de un baile libre y espontáneo.

Sin embargo, no todos los dibujos son intervenidos, los que no tienen la participación del carboncillo, aluden a formas galácticas y a temas que se refieren a la fugacidad y transitoriedad de la vida, el famoso carpe diem.

La importancia de vivir conscientemente porque son muchas ocasiones en las que perdemos de vista aquellos instantes de paisajes, palabras, miradas, sonrisas que pasan ante nuestros ojos y no percibimos las esencias de cada uno de ellos, del simple pero fundamental hecho de vivir.

Las obras de Hernández congelan un momento, un tiempo. Se observa una especie de melange (una mezcla) entre el perfecto empleo de las proporciones humanas unidas a influencias como el fumage de Palem, un art autre (arte otro) del periodo informalista, un action painting y, finalmente, un surrealismo que utiliza imágenes para expresar emociones... En fin una combinación entre el academicismo al antiacademicismo al mismo tiempo, y ¿por qué no? En el pasado podía sonar como un sacrilegio, pero hoy en las obras de Hernández el resultado es cautivante y seductor, dos sinónimos para reforzar la idea.

Gracias a Miguel Hernández por abrir una pequeña ventana que nos permite sumergirnos en su nueva serie de obras, y en un mundo donde no hay separaciones entre la expresión plástica y la poesía, y entre la poesía y la vida.