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Textos acerca de Miguel Hernández

Los cíborgs de Miguel Hernández llenan la Casa del Artista

Conocí la obra de Miguel Hernández en 1984 cuando ganó la primera vez el Premio Nacional de Artes Plásticas –la segunda ocasión fue en 1992–. No olvidaré nunca ese primer encuentro con el artista, un jovencísimo pintor que a los 23 años dominaba como nadie la técnica del figura y la anatomía humana con notable perfección; a esa edad solemos estar aún en plena búsqueda de nosotros mismos, y él se hallaba cómodo y vital con su dibujo incuestionable.

Para hacer aquella primera semblanza de su trabajo y de su persona, visité su estudio en Heredia centro, en esas casas típicas de madera, acogedoras; en el segundo piso estaba su estudio-habitación, plagado de dibujos inacabados, otros listos, siempre en blanco y negro, el leitmotiv de su obra –¿será dark painter este reconocido artista?–, y así luce hoy su casa-estudio, ubicada en la misma provincia aunque en otro barrio, siempre con su constante motivo humano, pero con expresiones diversas.

Sea lápiz, carboncillo, acrílico, humo…, la línea negra sobre el lienzo o papel blanco es la tierra que conoce y cultiva; es con esos materiales sencillos que Miguel cuenta lo que siente y es así como en esta exposición, titulada Trans Humanos, que el artista grita en grandes formatos y con una fuerza avasalladora una visión muy actual de su percepción del ser humano. La humanidad está invadida por la inteligencia artificial, mitad humana, mitad robot: el cíborg (cyborg) acuñado a inicios de los años 60.

Así explica Hernández la novedad de su propuesta y la razón de su constante exploración.

–¿Por qué hacer estas obras en tinta, si ha venido trabajando y depurando el uso del humo? ¿Qué lo impulsó?

–En esta exposición, las obras están hechas con tinta negra de grabado porque es parte de una investigación personal. Resulta que me permite lograr resultados y efectos muy similares al humo, pero los puedo controlar mejor. La tinta la disuelvo con aguarrás y logro unos efectos de aguada y monotipias. El proceso es muy interesante y está relacionado con la temática de la exposición y con la gestualidad del dibujo. Un pintor, un artista, siempre debe investigar y, en mi caso, trato de probar y reinventar técnicas que me permitan mejor expresar mis ideas y temáticas.

–Sus trabajos en serie de los últimos cinco años han sido de formatos más pequeños, algunos en color y otros con temas como el fútbol; este trabajo tiene un profundo significado humanista y humano, de mucha fuerza y tensión, todas las obras están de uno u otro modo entrelazadas y solo recuerdo algo similar hace unos 15 años cuando expuso en gran formato con Bocaracá. Trans Humanos la percibo más redonda, más trabajada como un todo, pero con mucha variación a la vez, ¿qué piensa al respecto?

–Sí, en efecto, esta serie está más unida y más redonda. Todas están relacionadas entre sí y entre todas crean un discurso más completo. El significado es sumamente humanista y humano como menciona. Quise representar la angustia existencial y social del ser humano contemporáneo. Las obras representan estados emocionales, el sentimiento de incompletud, la desintegración, el dolor, la inseguridad, la violencia, pero, en el proceso creativo, estas figuras transmutables sufren el paso positivo de la transformación a un estado del ser más completo, más holístico, que procura la completa armonía con la naturaleza, consigo mismo y con la vida. Desde esta perspectiva, la exposición aborda temas muy actuales y que siempre han sido la preocupación del ser humano a través de toda la historia, cómo alcanzar la felicidad –si es que esta existe–, cómo disfrutar de esta vida y cómo resolver tantos problemas sociales, emocionales, materiales y espirituales que nos agobian.

"En la exposición, las figuras buscan respuestas, pasan por momentos de angustia y transición, sobreviven a los problemas y circunstancias, y salen a la luz".

–¿Por qué exponer en la Casa del Artista? Es un espacio interesante.

–Exponer en la Casa del Artista es un espacio ideal porque la obra entra en diálogo visual directo con los estudiantes de arte. Eso es uno de los aspectos que más me interesa, llegar a la juventud, compartir mi obra en espacios didácticos, que permitan la discusión y el análisis. Además, la Casa del Artista posee un espacio físico formidable, en donde las obras pueden exhibirse en toda su expansión y gran formato. Como profesor de dibujo de la Universidad Nacional, me interesa mucho el aspecto didáctico y la comunicación con los estudiantes.

–Esta colección está inspirada en el budismo zen, en el manejo de las imágenes circulares y centrífugas. ¿Podría ahondar un poco sobre esto?

–Toda la ejecución de las obras está inspirada en el arte zen, el ensō, en la caligrafía japonesa, en el símbolo del círculo que significa la iluminación y la fuerza, la elegancia, el universo y el vacío. Y es que este estado del trazo gestual, simboliza un momento en que la mente es libre para simplemente dejar que el cuerpo o espíritu se ponga a crear. Las obras o dibujos deben hacerse de un solo trazo y no hay posibilidad de modificación. Esta manera gestual de crear y el proceso que conlleva me interesan mucho. El significado de que la vida se vive de una vez, de que siempre es la primera vez, de que todo sucede por algo y de que el momento es ahora, pero podemos perfeccionarnos y llegar a ser mejores, mediante la acción justa y el equilibrio natural, vaciando nuestras mentes de prejuicios vanos y negativos, son pensamientos constantes en mi obra. Para alcanzar estos dibujos debo estar muy preparado y seguro. Es una acción del momento, como una danza de la mente y la mano. La ejecución es muy rápida, en eso está su dificultad porque no hay manera de corregir.

–Este humano que se desvanece, que se convierte en un especie de ser alado, que se difumina, ¿tendrá algo que ver con la inminencia de la inteligencia artificial que nos convertiría en cíborg?

–También tiene que ver con las transformaciones cibernéticas de la actualidad y del futuro. La constante búsqueda de la humanidad por alcanzar mayores distancias, por lograr mejores resultados en sus quehaceres, por lograr mayor salud y longevidad o, simplemente, por variaciones estéticas. Así los seres que habitan las obras son verdaderos seres mutantes, que también podrían ser bailarines disfrazados. El fin es el mismo, la proyección y la búsqueda constante de la plenitud y la felicidad. De la completud del ser.

–Usted es un pintor muy productivo y prolijo, ¿pinta o dibuja todos los días? ¿Cómo es su oficio creativo?

–Sí, siempre estoy en actividad constante. Básicamente, dibujo todos los días porque el dibujo es una forma de conocimiento. Dibujar me ayuda a generar las ideas y mediante el proceso de replantear y corregir en mis bocetos, las ideas se aclaran y consigo las síntesis visuales que necesito para expresar mis preocupaciones o momentos de revelación. Dibujar es pensar. También enriquezco mi proceso creativo con lecturas y las experiencias de vida de cada día. Pienso que la disciplina es inherente a cada artista. Si se quiere llegar a lograr cosas en la vida y ver resultados satisfactorios, se debe trabajar mucho y ser constante.

La exposición

Trans Humanos, de Miguel Hernández, es una colección de 16 obras de 180 cm x 150 cm elaboradas en tinta sobre tela.

Tres se exhibieron en Valoarte, una está en una colección privada y 12 son las que se exponen en la Casa del Artista, de lunes a viernes, de 8 a.m. a 8 p.m., hasta el 1.° de octubre. La Casa del Artista está ubicada justo al lado del Cementerio de Guadalupe.